El divismo es casi inherente al estrellato. En la música pop, no digamos -y en el rock and roll, clásico o contemporáneo, también-. La imagen proyectada por las estrellas de la música ha causado fascinación y provocado sensaciones muy intensas desde los comienzos de la industria del disco. Antes, en 1888, se había producido un hecho fundamental: la patente y fabricación del gramófono. Grabar y difundir música -así como interpretarla- fue algo revolucionario que sentó las bases de buena parte de la cultura popular. Entre los iconos más relevantes del siglo XX hay infinidad de artistas pop: grupos, solistas, intérpretes y compositores que han entrado en ese Olimpo tan particular y reservado solamente a las grandes figuras. En este sentido, moda y tendencias han realizado su trabajo: ropas, peinados y complementos definieron a estos dioses de nuevo cuño, que siguen alimentando la devoción de todos los públicos en este siglo. Las gafas de sol han sido el complemento por excelencia. La relación entre Ray-Ban y los músicos (o la música pop en general) ha sido muy estimulante. Y continúa.
No es de extrañar que, en mayo de 2012, con motivo del 75 aniversario de la firma, se celebrase una exposición como “Never Hide Noise. An History Of Rock ’n’ Roll” en una galería de Milán. Una treintena de fotografías documentaba cómo las ‘rock stars’ habían convertido las gafas de sol en un fenómeno de moda: los Rolling Stones, Springsteen, Lou Reed o el líder de The Clash –Joe Strummer– con sus Wayfarer, eran algunos de los que podían verse en la muestra. Donde no podía faltar la histórica portada del “Highway 61 Revisited” del Dylan de 1965 -con sus Ray-Ban en la mano-, o cubiertas como la del single de “Walk on the Wild Side” (la canción con la que Reed alcanzó el éxito masivo en 1972). Eric Clapton fue retratado con unas Aviator en 1977 (al igual que Jim Morrison, de The Doors, si bien en el caso de Morrison se trataba de una variante: las Ray-Ban Outdoorsman II, concretamente).
Después de la Segunda Guerra Mundial, había ganas de diversión. Los años cincuenta trajeron la explosión del rock and roll y el nacimiento de las subculturas juveniles en los países occidentalizados. Comprar discos e ir a conciertos no estaba al alcance de todo el mundo, pero en lugares como Estados Unidos es estaban viviendo años de crecimiento económico y prosperidad que incidieron en las posibilidades materiales de las familias medias. La rebeldía y el inconformismo asociados a la música juvenil, a lo largo de varias décadas, se podría resumir -a partir de entonces- en un buen par de gafas desafiantes e impregnadas de una época en la que el concepto de joven cambiaría para siempre.
Una manera de distinguirse del resto, de mostrar una identidad. Ocurrió con las Ray-Ban Wayfarer -habituales entre ‘celebrities’ de Hollywood, entre figuras públicas relevantes y, por descontado, entre las estrellas de la música-. Que en décadas como los sesenta estaban comenzando a ser bien relevantes. No hay más que recordar las declaraciones de John Lennon a la periodista Maureen Cleave, en marzo de 1966:
“en este momento somos [por los Beatles] más famosos que Jesucristo”.
Fueron publicadas en el Evening Standard, y causaron un buen lío en Estados Unidos.
Estilismos cambiantes
Las gafas de sol han formado parte de los estilismos -cambiantes-, de músicos y artistas. Así, las poses e imágenes de Elvis o los Beatles; los sucesivos ‘uniformes’ del difunto Rey del Pop, Michael Jackson (embajador de las Wayfarer en su momento); las reinvenciones de Madonna o el camaleonismo simpar de Bowie; el desaliño como indumentaria de Nirvana (el que fue su batería, Dave Grohl, es otro ilustre fan de las gafas de sol Ray-Ban) o, más recientemente, la malograda Amy Winehouse. Amy utilizó Ray-Ban con el estilo que la caracterizaba: ese mismo que hacía de ella, a su vez, una creadora de tendencias.
Ahora bien, ocurre a veces que el look de estos iconos, imitado hasta la saciedad por fans y admiradores, se inspira igualmente en estilismos anteriores. Un ejemplo de ello fue la citada Winehouse. Sin desmerecer su increíble personalidad (en lo que a su estética se refiere), hay quienes afirman que se fijó bastante en un personaje -quizás- no demasiado conocido: Susan “Toots” DeVille. El moño gigante y los vestidos ceñidos de la que fuera esposa del desaparecido Willy DeVille en los setenta se pueden apreciar en el legado de imágenes que ha dejado Amy, compositora y mujer muy apegada al maquillaje, el tatuaje y los complementos: lazos, pendientes y gafas de sol nunca le faltaron.
Pasarela ‘on stage’
Desde que comenzó a despuntar con su exitosa banda –Arctic Monkeys– Alex Turner ha dado unos cuantos saltos en relación con su aspecto físico. Últimamente prefiere lucir tupé clásico, que hace acompañar por unas Ray-Ban Caravan que le sientan estupendamente. Johnny Marr (co-fundador de The Smiths junto con Morrissey), Bono (de U2), el rapero Jay-Z o Slash (Guns N’ Roses) son también habituales de la marca. Una de las últimas reencarnaciones de Wayfarer (la de 2013: Ice-Pop, con monturas de acetato translúcido) son de esas gafas de sol que están destinadas a revolucionar, una vez más, el diseño que Raymond Stegeman realizó en 1952. Pasadas ya por la batidora del tiempo, las tendencias superpuestas e influencias contemporáneas de toda especie.
Ray-Ban se sube a pasarelas de moda improvisadas, encima y debajo del escenario, como las que pueden contemplarse en festivales ‘trendy’ como Primavera Sound. La legendaria marca de gafas de sol patrocina uno de los escenarios del veterano festival de música independiente de Barcelona. Y es que está claro que la relación entre Ray-Ban y la música pop sigue bien viva en lo que va de siglo.
La gafa de Alex Turner de la foto creo que no es el modelo Caravan. Diría que es el modelo SIGNET.
Efectivamente Andrés, lo rectificamos.
Muchas gracias por el apunte!